Voluntariado en Casa Guadalupe

Cuando una mamá termina su paso por la Casa, se le atribuye solamente una tarea, que es la de promocionar la vida en todo momento y en cualquier circunstancia. Gracias a su lucha y superación diaria y gracias a su paso por la Casa, han descubierto el don y la alegría de la maternidad, con lo cual están más que preparadas para que, con su testimonio de vida, puedan ayudar a otras mujeres que se encuentren como ellas lo estaban al principio: embarazadas, con una situación personal difícil y con muchas dudas de seguir adelante con su embarazo, llegándose incluso a plantear el aborto como única salida a su realidad. La verdad es que gracias al poder y a la fuerza del “tu a tu”, acompañados de la oración constante y la Misericordia del Señor, son muchos los niños que han nacido y muchas vidas las que se han salvado. Damos gracias a Dios por ello. Pero es precioso también ver como las mamás, una vez terminan su paso por la Casa y hacen balance de todo lo vivido, sienten la necesidad de devolver todo ese amor recibido y es por eso que algunas de ellas pasan de ser beneficiarias de la Casa a ser voluntarias de Casa Guadalupe. Ellas conocen bien las necesidades que tiene éste proyecto y con humildad y muchas ganas de trabajar se ponen al servicio de éstas, ofreciendo su tiempo y su trabajo para ayudar a mantener la Casa al día y así poder atender con dignidad a tantas mujeres que año tras año acuden a la Casa. Hoy damos las gracias a todas aquellas “ex-mamás” de la Casa, ahora ya voluntarias, por toda la ayuda recibida. Especialmente a Maraya por su capacidad artística y su ayuda en todas las manualidades, a Adys Sofía por su capacidad organizativa, pulcritud y orden en el ropero infantil y a Zahra Bakki y a su marido Mohamed por tantas y tantas tareas realizadas: lotes semanales, orden almacenes, traslado de materiales y productos, cuidado y poda del jardín, etc. A todos, MUCHÍSIMAS GRACIAS.