Carta a la vida

Impotencia, inseguridad, intranquilidad… fue parte de lo que sentí al enterarme de ese test que dio positivo, pero a la vez alegría por la nueva vida que en mi vientre se empezaba a formar. Han sido momentos muy duros en los que no contaba con el apoyo de nadie, ni si quiera de mi propia familia. Mi pareja, el padre de la niña, y yo en lo más profundo lo deseábamos, pero yo no sabía si seríamos capaces de soportar la carga que conllevaba esta nueva responsabilidad de formar una familia.

Sin ver la salida al final del túnel me encontré con Casa Guadalupe, donde se lucha por la vida y donde dan esperanza a futuras madres, que como en mi situación, no vemos un porvenir. En el camino fui viendo los obstáculos y las barreras como metas. Me ayudaron a mentalizarme frente a lo que sería ser madre. Me ilusione al saber que era una niña ya que con mi madre no he tenido la relación que me hubiese gustado tener, pero no fui consciente del todo hasta que por fin la tuve en mis brazos.

Surgieron muchas dudas y me preguntaba a misma: “¿Ahora qué haré contigo? ¿Qué necesitarás? ¿Cómo sabré si soy capaz de cuidarla correctamente? ¿Cómo es posible que te den un ser tan pequeño, indefenso, vulnerable y que encima te lo lleves a tu casa para que te encargues de él? Sinceramente cuando la tuve en casa fue donde caí en la realidad de como mi vida había dado un giro de 360 grados. Noches en vela atenta a cada gesto. Cada cambio de pañal era una nueva experiencia y no daba crédito a semejante acto de fidelidad y amor que una madre puede tener hacia su pequeño retoño. Lo capaces que somos de estar pendientes de cada llanto, de cada risa, de cada movimiento y hasta de la respiración. Noches sin dormir y aún así sacaba fuerzas para levantarme cada día e intentar darle lo mejor a esta personita que había colmado mi mundo para darme alegría interminable.

Por ella empecé a ver la vida de otra perspectiva. Los meses han ido pasando, la miro y veo en ella el reflejo de una madre sin experiencia pero que, a pesar de todo lo malo que me pudo haber sucedido, por ella y sólo por ella soy capaz de lo incapaz.

Miro hacia el futuro con emoción de ver a mi pequeña crecer fuerte, sana y deseosa de verla convertida en una gran mujer.